La II República. Alegoría |
La II República tuvo lugar en España entre el 14 de abril 1931 y el 1 de abril 1939. Se trata de un periodo crucial para entender la reciente historia de nuestro país, así como muchas de las cosas que ocurren en la actualidad, y eso que solo duró ocho años. Los españoles somos así.
Manuel Azaña |
Después de la dimisión de Miguel Primo de Ribera en enero de 1930, y tras un intento fallido de mantener un gobierno conservador y monárquico, se convocaron elecciones para el 12 de abril de 1931, en las que arrasó la opción republicana (más en las ciudades que en los pueblos, que en aquella época estaban controlados por caciques, muy dados al amaño y a la amenaza). El caso es que el sentir republicano era imparable.
Así que al día siguiente, el rey, Alfonso XIII, el abuelito de Juan Carlos I, le pide a Niceto Alcalá-Zamora, algo así como el jefe de los republicanos, que si "hombre, podríamos hacer un gobierno de transición", a lo que Niceto, que ya tenía el respaldo del general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, le dice que se vaya del país "antes de que se ponga el sol", por si acaso se resfría con la fresca noche primaveral y hay que fusilarlo con homeopatía . A lo que Alfonso se dio la vuelta, pies para qué os quiero, y se exilió en Paris. Años más tarde haría campaña a favor de los golpistas del general Franco y compañía. Algún rencor le quedaría al hombre. O que se había olvidado de cerrar la puerta del garaje y necesitaba volver para que no le robaran el Hispano-Suizo.
Alfonso XIII |
El día 14 de abril se proclamó la II República Española (ya habréis adivinado que si es segunda es porque hubo una primera, que lo de empezar por la mitad es solo para George Lucas), y España adoptaba esta forma de Gobierno. Se hizo una nueva constitución en 1931, que resaltaba valores igualitarios y de derechos humanos, así como el laicismo político. Impuso la forma de elección que tenemos hoy en día, en la que elegimos a los diputados, los cuales eligen después al presidente del Gobierno, pero simplificó el escenario, ya que elimió al Senado, quedando el poder legislativo en manos de una sola cámara: el Congreso de diputados.
Y bueno, como era una república, su característica fundamental era la ausencia de rey (su majestad Alfonso XIII disfrutaba de las tardes de París como si fuera Amelie Poulon), pero había cambios de gobierno, elegidos por sufragio universal. Hubo tres: entre 1931-1933, lo que se llamó el Bienio reformista, presidido por Manuel Azaña, de caracter progresista; entre 1934-1936, el llamado Bienio Negro, donde el gobierno fue de corte conservador y presidido por Alejandro Lerroux; y el último gobierno antes del golpe de estado militar que sumió a España en una guerra civil, y que apenas tuvo siete meses de vida, que se conoce como el gobierno del Frente Popular, también presidido por Manuel Azaña.
Madrid abril 1931, primer gobierno de la II República. Preside Alcalá Zamora, a la derecha Alejandro Lerroux y a la izquierda Fernando de los Rios. |
Durante estos seis años se puso de manifiesto, más que en ninguna otra época, lo que es la política española. Para empezar, todos los distintos partidos, creencias y doctrinas estaban radicalizadas. Lo que a unos les parecía lo mejor del mundo, a otros les parecía una catástrofe de dimensiones épicas. Los militares estaban descontentos por la forma en la que terminó la dictadura de Primo de Ribera y su pérdida de poder. Los terratenientes, nobleza, clero y demás estamentos conservadores preocupados por el auge de ideas socialistas, anarquistas y comunistas, y por perder el poder total después de siglos. Y los grupos más progresistas, con hambre de cambios y prisa por llevarlos a cabo todos juntos. Las leyes se ponían en vigor y se derogaban con gran facilidad; los levantamientos militares se sucedían, se quemaron iglesias y colegios religiosos, fruto del odio acumulado por siglos de mangoneo eclesiástico. Y se dio una sucesión de jefes de gobierno que ríete tú de los concursantes de Gran Hermano. Estamos, por tanto, en una época de gran inestabilidad, en todos los sentidos. La ristra de acontecimientos es desoladora, y lo que nace con intención de crear un estado moderno y desarrollado, se convierte en un caos que no satisface a nadie.
Con todo ello, en julio de 1936 se produjo el levantamiento militar y posterior golpe de estado, llevado a cabo por unos cuantos generales entre los que se encontraba Francisco Franco, iniciando el principio del fin de la II República, que se produciría una vez finalizada la guerra, el 1 de abril de 1939, casi ocho años después. Detrás de este golpe estaban los terratenientes, nobles, clero y toda esa clase rancia y conservadora que se había cansado de tanto cambio y de perder sus privilegios económicos. Porque, como decía un profesor que tuve en la Universidad, no os engañéis: detrás de todas la guerras del mundo, detrás de los panfletos, detrás de las consignas y el amor a la patria y a las banderas, siempre hay motivos económicos. Siempre.
Se terminaba así el periodo en el que más se ha modernizado el Estado español. Quizá el país no estaba preparado para asumir tanto cambio de golpe. Siempre hemos sido gente apasionada, y algunas cosas necesitan una forma de proceder más fría. Quizá, como en los Gremlins, tuvimos a un pequeño y adorable Gizmo al que debíamos querer y mimar, pero le dimos de comer después de las doce de la noche y lo bañamos con espuma, y al final, la catástrofe fue inevitable.
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